Non sequitur

Se acerca mi último día de trabajo y aún no encuentro otro.
Se me olvidó la peda del oxxo y ahora no me atrevo a pasearme por ahí... ¿qué dirá Toño el OxxoMan de haber sido plantado?
No he tenido ideas nuevas desde hace cuatro días; sólo derivaciones. La prueba: estuve a punto de proponer una muñeca inflable que habla. Quizás lo único interesante era que incluiría modos de uso, por ejemplo, en uno, si se estimulan los sensores correctos de la muñeca hay alteraciones de temperatura en ella.
La línea entre lo grotesco, lo sexy y lo lindo se ha borrado.
Ayer mientras cortaba la cosmo (sí, la cosmopolitan) el cutter trepó por la regla que uso para apoyarme y cercenó mi índice izquierdo. Sangre a borbotones. Maldita sea, acabo de releer las entradas anteriores del blog: sangro más que un hemofílico en la menarquía.
Estoy tecleando con una sola mano por el accidente.

Me topé con un niño de unos tres años en el metro. Se acercó al señor sentado junto a mi y le pidió un cigarro. El insensible señor tuvo la osadía de negárselo.
Voy a empezar a fumar; si no por otra cosa, por lo menos para obsequiarle un cigarro al niño si vuelvo a encontrarlo.

Mañana empiezo a montar la coreografía de mi siguiente proyecto. Una versión en ballet de la noche de los muertos vivientes. Tiene perfecto sentido y funciona de maravilla en un escenario. Tienes una sola locación: la cabaña. Un grupo muy restringido de personajes. Y una razón para tener hordas de bailarines en escena: los zombies. Me han dicho que el ballet tiene un lenguaje y otras chingaderas. Yo no lo entiendo. Así que lo obligaré a ser algo comprensible para mi.
Yo tendré el papel de la güera que se vuelve loca.
Será un éxito y seré rico.