miércoles, 22 de octubre de 2008
Jesús es la onda.
Seis y media de la mañana.
Sábado.
En vez de estar yendo a dormir -como dicta la moral- estaba despertando. El sueño había sido reparador y largo. El día que tenía ante mi habría de ser desgastante.
Llegamos al aereopuerto (mi abogado y yo) cinco minutos antes del vuelo. Nada había que temer; no teníamos ni siquiera equipaje de mano.
¿Nuestro destino?
Guadalajara.
Antes de continuar, aclararé algunas cosas. Guadalajara, estoy seguro, es un lugar muy lindo; tiene gente muy razonable y maravillas invaluables. Si yo no encontré nada de eso, sin duda el error fue mío. Y es que yo no buscaba ni invaluables prodigios ni personas prudentes. Yo buscaba Heavy Metal alemán. Y. aunque lo encontré, Guadalajara me asustó. Y me asustó mucho.
Sea como sea, el avión fue puntual. Llegamos a Guadalajara temprano y con bastantes bríos. No teníamos prisa (faltaban bastantes horas para el concierto) así que buscamos un autobús que del aeropuerto nos llevase al centro. Lo encontramos. Tras pagar la excesiva tarifa nos acomodamos en el camión a esperar. Y vaya que esperamos. El buenazo del chofer no se decidía a prender el coche (tal vez no sabía cómo). Mientras tanto, una música, que para mi era nueva, aderezaba el ambiente. No sé a qué ritmos fuimos sometidos; nunca los había escuchado. Era como la duranguense, pero más lenta. Era como la música de banda, pero aún peor. Escucharla por diez segundos te hacía reír; escucharla por 20 podía provocar daño psicológico irreparable.
En esas circunstancias mi abogado y yo debíamos sostener una conversación constante; de manera tal que no hubieran hiatos mayores a los veinte segundos ya mencionados. Esto se volvió demencial después de un rato... pero entonces, el mismísimo Dios (o algo así) intervino. Y es que Guadalajara ya no estaba lejos. Un espectacular con la leyenda "Jesús es la onda" decoraba el majestuoso firmamento tapatío. Detrás de ése, otro que decía "Jesús quiere vivir en ti" (el único que no vi es el que acompaña a éste texto). Antes de bajar del camión alcanzamos a ver un último espectácular que representaba a la virgen de Guadalupe y decía "La virgen no quiere que abortes".
Después de eso, un monumento que representaba tres gigantescas botellas de tequila cerraba el cuadro.
Bueno, me he prolongado.
El viernes continuaré.
Aún faltan muchas otras maravillas por describir; nada he dicho aún de "Memo y Ungido", exitosos reggeatoneros cristianos. Aún no hablo de las vertiginosas circunstancias que precedieron a mi encuentro con la exótica "Biblia de mezclilla" y con el "Maratón Bíblico X-tremo". Y aún no hablo del Heavy Metal alemán y de los metaleros de pelo corto.
Y es que, la verdad, en Guadalajara me sentí como en casa.
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2 comentarios:
caray... s[i, guadalajara es una tierra misteriosa, aunqueno esperaba esa jesus-propaganda...
aqui en el Cuernarrancho hay campamentos y conciertos biblicos, donde puedes ver gente bailando como epilepticos en una primaria, al son de cualquier estilo musical, mientras hable de dios.
Ah cabrón... ps dónde andabas?
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