miércoles, 15 de octubre de 2008

Una conclusión (Delirium Cordia 2)


Muy bien.
Después de ingerir la exótica ambrosía de Mr. H y "el piloto" puse pies en polvorosa.
Un uso mesurado de los transportes públicos (a saber: Autobús, metro y autobús otra vez) me llevó hasta mi casa. La casa estaba vacía. Sin titubear ataqué la cocina con todo éxito y me dormí.
Al poco tiempo desperté y vi una película terriblemente estrambótica:
Todo ocurría en un hotel de dos estrellas que, a pesar de su baja categoría, era inmenso. Su inmensidad importaba poco pues los personajes principales (héroe y chica indefensa) jamás abandonan su habitación en el hotel. Y si no la abandonan es porque un maléfico mafioso los acecha con la explícita intención de matarlos.
¿Por qué matar a esa ridícula e insulsa pareja?
De la lentitud en obtener una respuesta a esa pregunta - y del inminente encuentro entre el mafioso y aquellos a quienes les desea la muerte- nace el suspenso que tan intrigado me tenía.
Escena tras escena la película nos va soltando información sobre las posibles razones del mafioso para buscar con tanto afán la muerte de ése par de pelagatos; mientras el par de pelagatos en cuestión abandona la idea de buscar una salvación (por demás imposible) y se va sumiendo en una resignación que raya en apatía. Al final hay twists inesperados; la chica le ha mentido toda la película al héroe, el mafioso no busca lo que parece buscar y el héroe es aún más imbécil de lo que se sospechaba.

***

Al terminar la película se la expliqué a mi abogado y a mi hermano, o por lo menos lo intenté. Cada vez que comenzaba a contarla recordaba escenas que no había notado mientras la veía. Elementos nuevos e insólitos se iban agregando a la trama. Al final, la película que les conté era épica. Había sobrepasado sus modestos límites de película de golden choice.
Luego metí mi ropa a la lavadora, la colgué y dormí de nuevo.
...
¡Pero no!
Entonces ocurrió.
Todo el día se vino abajo y un súbito ataque de pánico se apoderó de mi.
Me explico:
Simplemente fue una cuestión de seguir recordando esa maldita softcore. Eventualmente me di cuenta de que no la pude haber visto. De que no se la pude haber contado a mi hermano (por la simple y sencilla razón de que mi hermano estaba muy, muy lejos). De que había estado en mi cama todo el día.
Algo tranquilizado por esa idea, bajé a comer algo. Con horror descubrí algunas evidencias de que no había pasado el domingo en cama: el refrigerador conservaba las marcas de mi presencia y mi ropa estaba lavada y tendida en el patio.
Nunca sabré qué ocurrió en realidad, pero lo que sí sé es que no estuve en cama ( y más me hubiera valido).
En vez de ver una película me entregué a productivos actos como arrojar al piso las sábanas de mi abogado (estaban encima de la lavadora que utilicé... y me estorbaban), citar a alguien que me gusta y luego no acudir a la cita, llenar mi cuarto de post-its con mensajes crípticos, extraviar mis anteojos, mi tarjeta de débito, mi llave de la casa (y una camiseta) y llenarme de extraños moretones.
He intentado reconstruir los eventos del domingo y sólo recuerdo una mala película del Golden Choice (y eso que no tengo cable).
He intentado pedir perdón a aquellos a quienes agravié, pero -sorprendentemente- no creen mis torpes excusas. Mis lentes aún no aparecen, ni mi playera, ni mi llave ni mi tarjeta.
Pasé la noche en vela pensando en lo que me ocurrió: viví dos días distintos y sólo soy capaz de recordar (y mal) el falso.

Sé que como yo hay muchos. Muchos que salen por un poco de paz mental y se topan con estadios llenos de gente yendo al futbol y con extraños pilotos y sacerdotes aztecas que mean de manera compulsiva en el asfalto. Y muchos no viven para contar el cuento.
Qué suerte la mía.

5 comentarios:

Bee dijo...

Nunca he ingerido nada que me provoque algo así... lo más cercano que conozco es cuando me estoy quedando dormida, y hablo de mapaches en bicicleta que viajan más rápido que la luz y cosas así.

Anónimo dijo...

......Tengo que reunir fondos para ir a partuzear contigo..esa es mi meta de ahora en adelante.. la carrera queda relegada a un plano secundario desde este momento

Anónimo dijo...

Ese brebaje chamanístico parece ser una buena forma de visitar la Interzona

Anónimo dijo...

y que paso con oxxotoño

Nell dijo...

Cuando se mezcla cerveza indio con vino tinto, se corre el riesgo de entablar debates de dos horas sobre si los pingüinos homosexuales del polo que adoptan piedras nacen, o se hacen.