domingo, 9 de noviembre de 2008
Esotericón.
Otra historia verdadera. Estoy tranquilo, intentando leer un libro, cuando se me acerca una chica. Tras cinco minutos (tomé el tiempo) de conversación me asegura que soy acuario. Explicarle que no, que soy libra, funciona poco. Se encoge de hombros y se limita a afirmar; "pareces más acuario que libra".
Horas después estoy caminando por coyoacán y un tipo con mala cara me grita que desea leerme las cartas. Le respondo con amabilidad que no, que estoy bien, que otro día. El sujeto contesta al instante "No hay otro día, es ahora". Sorprendido e indignado por su directa y hostil técnica de venta le espeto un rotundo "NO" y pongo pies en polvorosa.
Entonces me veo obligado a afrontar la triste realidad; el mundillo del new-age y anexos se la tomó contra mi. Su approach hasta entonces había sido más bien sutil pero las cosas habían cambiado. El cambio me intrigó.
Aún reflexionaba sobre esto cuando mis compañeras de trabajo (ahora ex-compañeras) decidieron llevar un tarot para entretenerse. Intenté mantenerme al margen. Sobra decir que lo intenté en vano. La sesión comenzó con algo que no pude ignorar: una de las compañeras le dijo a la otra (tras echar un rápido vistazo a las cartas) que veía un hombre en su vida. Un hombre... sí... de tez blanca.
Y es aquí donde decidí intervenir.
"¿De dónde sacaste lo del color de la piel del tipo?"
"Se ve en la carta. Mira; el tipo que está en el caballo es blanco"
"Pero todos los personajes de tu tarot son blancos"
"Ah, es cierto"
Di por zanjado el asunto y regresé a lo mío (estaba escribiendo el final de la saga tapatía). No pasó mucho tiempo antes de que volviera a escuchar a la misma chica decir "Veo una mujer. Es blanca."
En ese preciso momento todo se vino abajo. Viendo que mi razonable aclaración le había importado un comino fui ante ella y le exigí que leyera mi vida. Barajeó las cartas y se dispuso a leer. Me asombró su temple y su inmensa capacidad de ignorar mis torpes y burdos sarcasmos. Al final no obtuve nada concluyente: ante la pregunta "¿tengo algún hijo?" respondió "es posible", ante la pregunta "¿seré rico?" me dijo "sí" y cuando le pregunté si el tarot lograría persuadirme con sus respuestas para que creyera en él, se encogió de hombros y dijo "es posible".
Ése día me fui a casa completamente derrotado.
Pero lo mejor estaba por llegar.
A los pocos días de estos sucesos cambié de trabajo.
Ahora he vuelto al vertiginoso mundo de las librerías. Y de qué manera: la librería en la que trabajo ahora se especializa en religiones, espiritualidad, misticismo y material esotérico.
Fui un tonto al no reconocer las señales.
Me sudan las manos, me han salido ojeras y no puedo borrar de mi mente la idea de que si acaso tengo un hijo, tiene piel blanca.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)